Will & Taylor | Capítulo 1
Aunque llevo ya rato hablando de mi última novela "Prisioneros" siempre coloco fragmentos de la primera pareja y nada de la segunda. Hemos de cambiar eso ahora mismo. Para ti, Will & Robert Taylor
I | Un castillo de pecados
William Haddaway recarga su frente en los barrotes de la ventana del autobús y cuenta los pinos que deja atrás mucho más rápido de lo que le gustaría. Tal vez recuerde el número cuando regrese por ahí dentro de treinta años, si sobrevive a la prisión.
Desde que lo detuvieron en la escena del crimen y lo llevaron a detención preventiva, William está ausente. Apenas piensa, apenas come.
El camión entra en una calle pavimentada. El aire dentro se pesa de los gemidos ahogados del resto de condenados. Will pensaba que su estancia de dos meses en la prisión temporal le había preparado para lo que sería el resto de sus días. Por supuesto, basta una mirada para darse cuenta de que está equivocado.
La penitenciaría Marion, en el estado de Illinois es una caja de concreto desde cuyos techos bajan carrerillas de lágrimas negras por la humedad. Sobre su alta estructura se cierne un cielo pesado de nubes que oscurecen las marquesinas de ladrillo rojo. Por efecto de la luz, da la sensación de que una sombra aplasta la estructura, así como lo hará con él en cuanto entre. Escucha ya sus huesos romperse.
Una vez que el autobús para, los prisioneros se colocan en fila y bajan hacia su nuevo hogar. William se queda dos segundos de más mirando la escalerilla, ese paso lo separa de quien era antes y en quien se ha convertido.
Da un salto, aterriza sobre la grava blanca e inicia la marcha fúnebre con la mirada clavada en el sendero. Se internan en la penitenciaria y avanzan por un túnel largo de paredes que parecen estrecharse a cada paso y que oscurecen su visión, en el ambiente flota el aroma del sarro.
A medida que avanzan, los oídos de William se turban con murmullos, los pasos acelerados de los funcionarios, el tintineo de las llaves y las esposas que cargan en el cinto. Sus sentidos tendrán que acostumbrarse a que esa será la banda sonora de su día a día.
Aspira. Después de todo, se lo merece.
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